Modelo Productivo Sostenible para Andalucía

Todos abundamos en la idea de que un modelo productivo basado eminentemente en la especulación y el ladrillo residencial costero es un modelo antieconómico y no sostenible. En nuestro diccionario no encuentro un adjetivo más condenatorio que antieconómico. Nadie cayó en la cuenta de lo que significaba sostenibilidad, según la definición que hizo Brundtland, la que fuera en tres ocasiones primera ministra noruega: ”Satisfacer las necesidades del presente sin comprometer/sacrificar la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer sus propias necesidades”.

A pesar de todo, los aspectos comportamentales que subyacen tras los agentes económicos sugieren una falta de responsabilidad manifiesta. En contraposición encontramos empresas comprometidas y que asumen las directrices que nos marca John Elkington, en su libro ’Cannibals with Forks‘, donde pone en evidencia lo que él denomina “The Triple Bottom Line” (triple cuenta de resultados) en sus tres vertientes: económica, ambiental y social. Esta nueva perspectiva nos lleva a inferir que las empresas no deberían ocuparse sólo de la gestión económica y despreocuparse de lo demás.

Las empresas encuadradas en sectores intensivos en conocimiento, al fin y a la postre, desarrollan y gestionan innovación y tecnología. Además, suelen cumplir de manera escrupulosa con este nuevo principio ético y de responsabilidad. Debo reconocer que he llegado a la siguiente conclusión sin tener a mano ningún estudio que lo refute, aunque tengo la suerte de conocer a muchas de estas empresas y a sus empresarios al frente, y sé a ciencia cierta que aplican estas políticas y premisas bajo la égida de la ética y la responsabilidad social.

La recién aprobada Ley de Economía Sostenible nos viene a proponer un marco regulatorio que intenta evitar los abusos del pasado. Hay que recuperar el tiempo perdido y desandar el camino andado. También el cuerpo me pide invocar el famoso dicho popular: ¡a buenas horas, mangas verdes! Sin embargo dicha ley merece especial atención por todos los agentes. Pensemos en positivo y tomemos este nuevo marco que se está configurando a resultas de la crisis de valores en la que estamos inmersos. Básicamente, tiene que resurgir un nuevo modelo productivo en Andalucía, esta vez soportado sobre el andamiaje del sistema andaluz de innovación.

Hay que reconocer públicamente la apuesta de la Junta de Andalucía por el desarrollo del sistema de innovación y conocimiento. Con más aciertos que errores. Me viene al recuerdo aquel año 1992 cuando vino su majestad el Rey a inaugurar el Parque Tecnológico de Andalucía, el que es sin duda el parque tecnológico más paradigmático de Europa. También estaba nuestro Alcalde D. Pedro Aparicio, que tanto hizo para que esta infraestructura del conocimiento se instalase en Málaga. Sin duda ésta es la senda para encontrar el santo grial del nuevo modelo productivo, al que tantas veces aluden nuestros políticos. Es innegable que a día de hoy disponemos de un mapa de la innovación vertebrado a través de parques tecnológicos y científicos, y sustentado en centros tecnológicos, laboratorios, empresas de base tecnológica y cientos de equipos de investigación universitarios de excelencia que cada vez más están imbricados en el sistema productivo andaluz.

Todo esto no es fruto de la casualidad. Los diferentes consejeros de innovación y sus equipos, con los que he tenido la suerte de colaborar en proyectos, han puesto especial foco en el desarrollo del sistema de innovación en Andalucía. Hay que recordar a los consejeros de la cartera José Antonio Viera y Francisco Vallejo; reconocerle su labor al frente de la misma. Sin olvidarme del actual titular, Martín Soler, que junto a su equipo tienen un reto por delante muy importante, y es nada más y nada menos que seguir apoyando al mayor número de empresas. La mayoría de éstas sólo necesitan que se les dé soporte financiero temporal (no hablamos de subvenciones), pues todos sabemos que las cajas y el sistema financiero en general están en otros menesteres.

Las empresas de base tecnológica e innovadoras suelen tener al frente líderes que no se arrugan ante la situación que vive la economía y su entorno. Estas empresas conforman un clúster y suelen estar lideradas por personas de vértice que siguen manteniendo la fe, y persisten en su afán a la hora de desarrollar nuevos productos, invertir todo lo que tienen y jugársela en la actual ruleta rusa de nuestra economía.

Para terminar quiero llegar a una reflexión desde la óptica económica. Para alcanzar una economía competitiva hay que desarrollar nuevos productos y servicios, así como nuevos métodos para seguir fabricando los existentes. Este axioma irrefutable se da con mayor incidencia cuando existen estructuras empresariales que disponen de masa crítica suficiente, y donde hay una apuesta decidida por innovar. Sin embargo, no olvidemos que muchos descubrimientos se han producido casi por accidente (el caso de Fleming y la penicilina); bien es cierto que en la economía actual no hay casualidades, aunque paradójicamente cuando pensamos en innovaciones se nos va el pensamiento hacía grandes desarrollos tecnológicos, y por el contrario, nunca pensamos que en la práctica son las pequeñas innovaciones las que más contribuyen a mejorar la productividad de nuestras empresas.

Ya nadie duda a la hora de reconocer el valor agregado y las manifestaciones económicas de la innovación. Entonces ¿por qué no se ponen todos los huevos en esta cesta, sin dilación?

Pincha en el icono para descargarte en pdf el artículo publicado en el Diario El Mundo el 28 de febrero.

Francisco Barrionuevo
Presidente ejecutivo Novasoft
Presidente del Consejo Social de la Universidad de Málaga
Presidente ejecutivo Fundación Manuel Alcántara