Estimado director general del Ministerio de Educación, estimado vicerrector de Calidad, estimados asistentes…
Antes de nada quisiera poner en evidencia que cuando un acto de este tipo se pone en marcha, siempre hay profesionales que ponen en él su esfuerzo y dedicación. En este sentido, me gustaría agradecer al vicerrector de Calidad y Planificación Estratégica, Carlos Benavides y a su equipo que han hecho posible este importante evento que pone de manifiesto la capacidad organizativa de la Universidad de Málaga.
Como sabéis, tengo el honor y satisfacción de presidir el Consejo Social de la Universidad de Málaga, órgano colegiado en el que están representados todos los agentes sociales y económicos de Málaga. El Consejo Social, como no podía ser de otro modo, apoya decididamente al equipo de gobierno de la UMA, en su labor de impulsar y desplegar todas las políticas y acciones que se recogen en su memoria de Responsabilidad Social Corporativa (RSC). Por tanto hay que reconocer que la Universidad de Málaga lleva un largo camino recorrido en lo concerniente a la aplicación y al despliegue de políticas y acciones relacionadas con la Responsabilidad Social, y que es justo reconocer aquí y ahora. Entre otras menciones, premios y reconocimientos recibidos por la UMA tengo que destacar que en la primera edición de los premios que organizó el Foro de Consejos Sociales de las universidades andaluzas obtuvo el primer premio en la categoría de Creación de Empresas, una iniciativa que se puso en marcha en Málaga hace más de una década. En este sentido, la UMA ha sido y sigue siendo muy prolífica, poniendo en el mercado cientos de empresas mediante el formato de Spin-off universitarios. Destaco por ello esta magnífica labor social en estos momentos de adversidad donde el autoempleo y emprendimiento son los mejores antídotos para una sociedad que se tiene que enfrentar a cambios radicales en su modelo económico y así conseguir que el conocimiento sea su principal output.
La razón de ser del Consejo Social es hacer de conector entre el ámbito académico y la sociedad que lo rodea, su entorno… y es una labor continua y tan extensa que se requiere de la ayuda de todos para que pueda ir cumpliendo hitos y superando etapas.
Desde el Consejo Social de la Universidad de Málaga nos preocupamos a diario de ir escuchando qué es lo que la sociedad demanda en materia de formación e investigación y de ese modo los líderes del mañana (nuestros alumnos) nos dirigirán hacia un futuro mejor. Por otro lado desde el consejo social nos ocupamos también de transmitir a la sociedad aquellas necesidades de la universidad para garantizar que ésta desarrolle todo su potencial y cumpla realmente su función, que no es otra que la de estar al servicio de los ciudadanos, como avanzó ayer mismo el ministro de Educación, don Ángel Gabilondo, al sentenciar en estas mismas jornadas que “las universidades son y existen sólo para la sociedad y sólo para la ciudadanía”.
Me complace ver pues que el trabajo de los consejos sociales universitarios no es en vano, y que los principales garantes de la enseñanza superior europea ya han asimilado conceptos que se barajan desde hace algún tiempo en las estrategias de las principales instituciones y compañías privadas. Conceptos como equidad en el acceso a un puesto de formación superior, conciliación, eliminación de barreras físicas, sostenibilidad ambiental, ayudas específicas para situaciones especiales… son conceptos a los que una universidad (concebida como centro creador y emisor del conocimiento) no puede dar la espalda, sino que, al contrario, debe ser la que los abandere y los asuma como propios, adelantándose incluso a otros conceptos que llegarán con el tiempo para dar respuesta a las demandas sociales, a cualquier tipo de situación que pueda darse teniendo en cuenta la transformación de un entorno en permanente evolución. Lo ideal sería que ninguna persona, fueran cuales fueran sus circunstancias, se viera privada de una formación superior, y que la suma de todas las voluntades hiciera que la universidad se retroalimentara a sí misma y se convirtiera en sostenible per se.
La intervención de Barbara Nolan en la jornada inaugural dio un dato a tener en cuenta: dentro de diez años, en 2020, el 35% de los empleos van a requerir una titulación universitaria (un 15% más que hoy día). Me pregunto si la sociedad está hoy por hoy preparada para crear un caldo de cultivo suficiente para llegar a este porcentaje, si estamos realizando las acciones adecuadas para cubrir estas necesidades desde todos los ámbitos, el académico, el institucional y el ámbito privado. Estas jornadas han servido para comprobar que ya se están dando grandes pasos (cabe mencionar en este sentido la Estrategia Universidad 2015) pero aún queda mucho por hacer, si queremos desarrollar de manera decidida la dimensión social en las universidades.
De todo lo visto en estos dos días, me quedaría con una afirmación del Secretario General de Universidades, Marius Rubiralta, que puedo suscribir perfectamente también en mi condición de empresario, y es que quizás la salida a esta crisis económica, incluso la prevención de las siguientes me atrevería a decir, está en el desarrollo de una “economía del conocimiento sostenible”, esto es, una estructura económica que se base en criterios de creación de valor y de sostenibilidad. Una fórmula que no debe tener las fisuras que nos han llevado a la situación actual. En esto también la universidad debe aprender de la sociedad, para tratar de evitar o reproducir sus errores.
Ya para terminar quiero dedicar mis últimas palabras para agradecer a todos aquellos participantes su asistencia y colaboración en éste más que necesario encuentro europeo y por supuesto a todos los asistentes a las conferencias, muchas gracias por acompañarnos.
Francisco Barrionuevo
Presidente ejecutivo Novasoft
Presidente del Consejo Social de la Universidad de Málaga
Presidente ejecutivo Fundación Manuel Alcántara