Hasta los más bisoños en la ciencia económica saben que detrás de un ciclo expansivo llega la contracción y, a renglón seguido, la crisis. Estas oscilaciones recurrentes son fenómenos que soportan las economías basadas en el dinero y en la actividad comercial. En definitiva, la maximización de beneficios, hecho que algunos mal llamados empresarios confunden con la especulación. Lo primero es un proceso natural que persigue mejorar los beneficios asegurando la calidad y la creación de valor. Por el contrario, la especulación sólo asegura los beneficios de sus promotores, y siempre a costa del sufrimiento de otros.
La economía española ha mantenido en su seno a muchos especuladores, siendo ello la principal causa de la crisis. Es un error pensar que para solucionar la crisis hay que eliminar las ayudas que se destinan a jornaleros que cuidan de nuestro campo y hacen las labores agrícolas. De nuevo se recurre a viejos tópicos de una Andalucía de vagos y panderetas que tanto conturba a los andaluces.
En el siglo XIX los economistas analizaron que la economía sufría fuertes contracciones a intervalos variables de entre 7 y 10 años. Todos los que superamos la cuarentena de años mantenemos en la retina la crisis anterior que comenzó a gestarse en el año 1992, y que duró más de un lustro. De aquella crisis se salió con fuerza, pero con un modelo de desarrollo muy pernicioso. Ya sólo nos queda poner en marcha providencias ulteriores.
Ahora bien, si tenemos en cuenta la teoría que popularizó el egregio economista Schumpeter, esta crisis tiene que ser la consecuencia de un proceso lógico de destrucción creativa. Él nos viene a decir que los modelos se destruyen debido a su propio éxito y que las innovaciones son el detonante de procesos de transformación. Estos nuevos escenarios provocan épocas de crisis como consecuencia de dichos cambios. Básicamente, para que exista un progreso económico duradero es clave que exista innovación económica y tecnológica de la mano de emprendedores. Éstos suelen desarrollar innovaciones que son el origen de cambios bruscos de inicio, pero que generan riqueza a largo plazo. Por tanto, el emprendedor es un creativo inconformista que ayuda a regenerar el flujo circular de la economía.
Sin embargo, la crisis actual no ha sobrevenido por ninguna innovación económica, ni tecnológica, que sepamos. Por este motivo no va a cambiar nada; sólo hará que ajustemos cinturones eliminando algunos coches oficiales—que falta hacía—, recortando la nómina de funcionarios y bajando drásticamente las inversiones en infraestructuras, o bien el presupuesto destinado a investigación y desarrollo. Es un error pensar que la crisis se combate con medidas de ajuste del gasto y nada más.
Aprovechemos la oportunidad que nos brinda esta crisis y así asumir que no se puede volver a cometer los errores del pasado. Pongamos en marcha una suerte de acciones de corte estructural para que la teoría schumpeteriana se dé en nuestra economía.
Recapitulemos. Lo interesante es actuar sobre la causalidad de la crisis, y de ese modo no seguir poniendo foco en sus síntomas.
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Presidente ejecutivo Novasoft
Presidente del Consejo Social de la Universidad de Málaga
Presidente ejecutivo Fundación Manuel Alcántara
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