Coste de inoportunidad

Coste de oportunidad es un concepto básico que se estudia en economía, aunque se suele aplicar en múltiples facetas profesionales y personales. El coste de oportunidad en gestión es el coste de la no realización de una inversión. Pues bien, en Málaga nuestros gestores públicos mantienen posiciones tan absurdas que he llegado a denominar como coste de inoportunidad.

El deporte nacional de los políticos en Málaga es plantear proyectos siguiendo métodos probabilísticos, y para los que no se disponen de fondos a priori. Y si a eso hay que unirle las continuas desavenencias entre los de uno y otro bando (muchas veces hay mayor enconamiento entre los del mismo bando) que actúan bajo la discordia como fuerza impelente. A los hechos me remito: proyectos que han sido analizados desde la óptica de coste-utilidad y que arrojan un claro resultado favorable en sus cálculos de cash flow, amén de su idoneidad social; y sin embargo han quedado embarrados sin visos de ejecución. Como botones de muestra: el tren litoral, auditorio, Astoria, Arraijanal, macrohospital, museo del transporte, Baños del Carmen, soterramiento del paseo de los curas, y hace unos días la peatonalización de la plaza de la Marina y la Alameda.

Por tanto, huelga decir que el tren litoral es uno de esos proyectos que puede actuar de palanca de desarrollo sostenible de zonas como la costa oriental de Málaga, abandonada al albur de consistorios agobiados por sus deudas y falta de altura de miras de sus políticos. Paradójicamente una de las líneas ferroviarias más rentables de España es la que va de Málaga a Fuengirola. Esto es indicativo del coste de oportunidad que mantenemos de la no ejecución del proyecto tren litoral.

En este sentido nunca entenderé porqué el AVE no llegó a Málaga a la vez que a Sevilla en el 1992. Por aquellas fechas hubiera sido un revulsivo increíble para Málaga y la Costa del Sol, debido al potencial de crecimiento de la zona, como se ha demostrado. Si se hiciera un análisis exhaustivo del coste de oportunidad perdido de la llegada del AVE a Málaga en 2007, en vez del 1992, nos ofrecería como resultado una fantástica ucronía que proyectaría una Málaga más próspera y menos lastrada por el paro y las penurias de la crisis actual. Por esta razón, podemos aplicar a los políticos un viejo refrán piamontés que viene a decir que el superior tiene siempre la razón, sobre todo cuando está equivocado. No vale lamentarnos, y menos ahora que ya disfrutamos del AVE, debido sobre todo al pundonor y compromiso por Málaga de nuestra egregia ex ministra, y ahora flamante vicepresidenta del Banco Europeo de Inversiones (BEI) Dña. Magdalena Álvarez, pues sin ella al frente del Ministerio de Fomento otro gallo nos hubiera cantado de retrasos sine die.

Este mismo razonamiento podemos aplicarlo al resto de proyectos que están prometidos y pendientes de ejecución. Aquí radica el quid de la cuestión. A quiénes pedimos responsabilidades por el gran coste de inoportunidad. Es posible que me tachen de romántico, pero un político es un servidor público por encima de todo, y su principal misión es velar por el bienestar de los ciudadanos. Y debo reconocer que últimamente estoy echando en falta algo de espíritu de servicio en nuestros políticos.

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Presidente ejecutivo Novasoft
Presidente del Consejo Social de la Universidad de Málaga
Presidente ejecutivo Fundación Manuel Alcántara