Una Economía de Innovación

Queda menos de un mes para las elecciones andaluzas al Parlamento y de ahí surgirá un nuevo Gobierno, al que le pido desde esta atalaya que siga apoyando y reforzando el sistema de innovación andaluz, de verdad, y que entienda que cada euro puesto en él será como una gota que riega un árbol que nos dará frutos a medio y largo plazo. En efecto, el incentivar la economía de la innovación conlleva la contratación de investigadores, tecnólogos que debemos fidelizar a nuestro territorio, pues en caso contrario seguiremos siendo una región anclada a sectores muy dependientes de los recursos naturales y, para colmo de males, la competencia en esos sectores suele provenir de otros países practicante del dumping social por sistema, poniéndonos en un brete cada vez que perdemos algo de competitividad en nuestra industria agrícola o turística.

Al margen de otras consideraciones, Andalucía dispone de lo necesario para que tengamos un eficiente sistema de innovación, aunque tenemos una asignatura pendiente que es mejorar nuestro sistema educativo, pues según Auguste Comte, la educación no es una función como las demás: constituye el alma misma de la Sociedad.

Andalucía tiene aún hándicaps que superar, lastres históricos y déficits estructurales, además de la poca o nula tradición emprendedora de su paisanaje, todo ello hace que los esfuerzos llevados a Cabos en materia de infraestructuras, tales como los parques tecnológicos, creación y mantenimiento de cientos de equipos de investigación universitarios… no sean suficientes para que al final se produzcan outputs en calidad y cantidad. Pues, si a esto le sumamos que no tenemos las necesarias empresas comprometidas con Andalucía que dispongan del tamaño mínimo eficiente para crear valor en nuestra tierra, y por ende, empleos de calidad y mantenimiento del Estado del Bienestar; por cierto, este es un término que es invención europea y cuya génesis institucional se remonta a finales del siglo XIX.

Evidentemente los dogmas keynesianos lo han estado llevando a cabo los políticos en esta última década de un modo equivocado, sobre todo cuando han despilfarrado los recursos en nombre de Keynes, y de ese modo metiendo de cabeza a las economías en profundas crisis. Esto corrobora que también es necesario una mano invisible del mercado que persiga armonizar los intereses de la persona, de la comunidad y
maximizar así el bienestar general como promulgaba el padre de la ciencia económica Adam Smith. Por el contrario, lo que ha sucedido es la intervención de muchas manos visibles que han provocado este marasmo económico sustentado en la mendacidad y el cortoplacismo, y como consecuencia de ello se ha producido la fractura social, y lo que lleva aparejado: paro y drama social. Es más, lo que se ha producido en toda regla es un proceso de alienación, que según Hegel se llega a él cuando una persona o grupo social es desposeído de algo que le pertenece y que
pasa a depender de otra persona o grupo.

En ese sentido, el desiderátum de la economía normativa no es otro que poner los mecanismos disuasorios que provoque una distribución equitativa de la renta, y así impulsar el crecimiento económico de forma sostenible en un territorio. En definitiva, localizar y aislar los problemas sociales mediante la utilización de instrumentos de política económica.

Sea cual fuere el análisis postrero que hagamos de la crisis, nadie puede negar que no ha sido casual sino causal. Bien es cierto que en esta última década se ha permitido situaciones absurdas en la gran mayoría de los países del primer mundo, produciéndose déficits insoportables que han llevado a la quiebra de países, y por ende, a la irremediable pérdida del Estado del Bienestar.

No quiero dejar pasar la ocasión de sublimar a la clase empresarial, sobre todo en estos momentos, pues los empresarios si están en las trincheras de la economía real oyendo el silbido de las balas, y algunas de ellas dándote de lleno mediante la exacción continua de los rendimientos y el poco o nulo apoyo en la ardua tarea de emprender. Aun así, los verdaderos empresarios mantienen la grandeza de ánimo, sean cuales sean las circunstancias, pues el optimismo es su fuerza vital a la hora de encarar la cantidad de injusticias que afrontan a diario.

Espero que este artículo no haya caído en la socorrida tautología, ya que hoy es difícil no sucumbir a ella, pues todo esta dicho en lo concerniente a la crisis y la economía. Se ha escrito demasiado y nos hemos repetido en muchas ocasiones.

Para finalizar quiero mandar un mensaje de esperanza a todos los andaluces, pues no nos queda otra que seguir trabajando el que tenga trabajo en pro de nuestra amada Andalucía. Un territorio único que tiene que seguir dando oportunidades a las generaciones presentes y venideras; esta debe ser nuestra preocupación, y porqué no, ocupación de todos los agentes sociales y económicos de esta gran región.

Una Economía de Innovación

Francisco Barrionuevo

Presidente ejecutivo Novasoft

Presidente ejecutivo Fundación Manuel Alcántara