Que se “jodan” los bancos

Disculpe el lector por este inapropiado exabrupto, puesto de moda por la diputada Fabra, al hilo de lo que nos contaba Juan Ignacio Crespo en su artículo dominical. Aquel fatídico día de finales de mayo el señor Goirigolzarri saltó a la palestra de los medios de comunicación diciendo que las necesidades de capital para recuperar Bankia eran de 23,5 millardos (cerca de 4 billones de las antiguas pesetas). A partir de ese día nada ha sido igual para España, y dio comienzo la etapa más negra de la economía española en muchas décadas. Desde de entonces el Gobierno de España, bajo presión y a golpe de decretos, cercena cualquier posibilidad de recuperación, y lo peor, obtiene lo contrario a lo que persigue: poner más nerviosos a los mercados y no recuperar la confianza de los grupos de interés de la economía española.

Volviendo a este señor de apellido complicado de pronunciar y recordar, puede que su idea de pedir ese dineral se le ocurriese mientras se afeitaba, quizás pensó que se le abría la ventana de oportunidad y decidió por cuenta propia escribir la carta a los Reyes Magos, aunque estuviese fuera de fecha. Ha sido una locura permitir que este hecho sucediese y que, alguien que tiene un cargo de responsabilidad como el suyo, pudiese cometer semejante acto de irresponsabilidad. Merced a las circunstancias, este señor tiene el honor de arrogarse el papel de espoleta de la bomba de relojería en la que se ha convertido la economía española. Pero lo más grave es que el Gobierno le va a la zaga y le sigue el juego poniendo toda su maquinaria diplomática a su disposición con el objetivo de salvar la banca, haciéndonos creer que así se salvará la economía. Craso error de planteamiento que vamos a pagar muy caro todos los españoles.

En este contexto, si analizamos el rescate de nuestro sistema financiero, existen dos poderosas razones para no realizarlo tal y como se está planteando. La primera razón es que no va a conseguir el objetivo por el que teóricamente se pone en marcha. El crédito a las empresas no se va a restaurar, se va a estrujar económicamente a la población con la promesa falsa de lo que no va a ocurrir, pues un aumento de las exigencias de capital va a suponer una reducción aún mayor del crédito, a menos que se liberen recursos utilizados actualmente por el Estado. No es cierto que los bancos no puedan prestar dinero, lo que ocurre es que lo están dedicando a prestárselo al sector público, que a su vez es el que se preocupa de rescatar a los bancos, expoliando a la economía productiva y entrando en un bucle diabólico de desastrosa resolución.

Y en segundo lugar, ¿por qué debemos rescatar a los banqueros e inversionistas de la banca? La entidades financieras, como cualquier otra empresa en una economía libre de mercado, deben atenerse a las reglas que rigen para el resto de los agentes económicos. El beneficio y la pérdida son la señal inequívoca de quiénes deben seguir y quiénes deben abandonar la actividad económica en cuestión. Y si un agente económico incurre en pérdidas por su mala gestión, debe apechugar con ellas y no esperar que el Estado le  saque las castañas del fuego. Así funciona la economía, y los banqueros deberían ser los primeros en entenderlo, pues cuando tienen que desahuciar al propietario de una vivienda no se andan con remilgos. Nos han contado la milonga de que los bancos sistémicos no pueden quebrar. Nos han asustado para que todos los ciudadanos le demos la bendición a un rescate inmoral.

Pero como todas las falsedades, tienen su media verdad. Es cierto que hay que rescatar a los depositantes de buena fe que tienen sus ahorros en las entidades financieras problemáticas. Pero sólo a ellos, no hay que rescatar a los accionistas, que como cualquier otro empresario o inversor se ha equivocado en su elección –o ¿debemos rescatar al tendero que tuvo que cerrar por que se equivocó en su elección de tienda o el lugar de la misma? –, ni tampoco a los bonistas y acreedores de esos bancos, que si bien en forma de préstamo, también han apostado por un negocio bancario que no ha funcionado. Los accionistas deben diluir su capital y los acreedores deben convertir sus deudas en capital, llevando a cabo la recapitalización de las entidades financieras pero sin acudir al papá Estado, es decir, a todos nosotros, para que le ayudemos.

Muy al contrario, hemos dejado quebrar miles de empresas de la economía real, no ya porque no les ha ayudado el Estado, sino porque ese mismo Estado que rescata bancos no les ha pagado sus facturas en tiempo y forma, abocándolas al cierre más triste en una economía de mercado. Es decir, el cierre de empresas perfectamente viables que, por el mal hacer de la Administración, desaparecen, dejando tras de sí un reguero de paro, impagos y demás calamidades para la economía productiva.

Sr. Rajoy deje de escuchar a los lobbies, a los poderosos, a esos que no saben de economía real, pues no la sufren y les importa un bledo. Ésos no le darán los consejos que este país necesita. Escuche a los empresarios de verdad, a los que se la juegan día a día. A los profesores de economía de nuestras universidades, que algo de todo esto sabemos. Pues si sigue por este derrotero al final la economía española tendrá unos bancos muy saneados pero no tendremos una empresa en pie, y para cuando esto ocurra, ya no habrá solución y nos habremos empobrecido irremisiblemente. Seremos pasto de los tiburones (fondos de inversiones que buscan gangas) que se aprovecharán de nuestra debilidad y dejarán una economía de tierra quemada como el peor legado que le daremos a nuestros hijos y nietos.

Y para colmo de males, los bancos están demostrando su poca sensibilidad hacía la situación y sólo se miran al ombligo de su balance. La banca sigue siendo insensible con las empresas e incluso ha endurecido su posición. Exceptuando la gran esperanza blanca del Banco Santander, el resto de bancos está viéndolas venir y no haciendo nada por ayudar a las empresas. ¿Es esta situación justa después de que el Gobierno en pleno practique la genuflexión ante la poderosa Merkel y el BCE para salvar la banca? Ya está bien de ocuparse de ellos y ocúpese de las empresas Sr. Rajoy, pues un país sin algunos bancos es factible, pero un país sin empresas es difícil de imaginar y de sostener.

Artículo publicado en Diario Sur el 27 de julio de 2012

Francisco Barrionuevo Canto
Consejero Delegado de  Novasoft

José Manuel Cabello González
Profesor Economía Aplicada de la Universidad de Málaga