Balance social de las empresas (Novasoft)

No es habitual el desasosiego con el que hemos vivido los empresarios los últimos meses empeñados en seguir haciendo nuestro trabajo de la mejor manera posible; y me estoy refiriendo al continuo run-run de la rumorología que no cesa, a pesar de estar ahí dejándote la piel. A veces, en una parada casual, o natural, porque somos personas, uno frena y lo vuelve a escuchar: el empresario es el ser más despreciable del mundo en épocas de crisis, el listo al que reír las gracias en época de vacas gordas, y al que sacrificar lentamente en la parrilla de San Lorenzo (con escarnio público) cuando la economía no acompaña y, sólo por el hecho, de que para mantener a salvo una empresa y tratar de seguir creando valor debamos de aplicar ajustes y recortes en la plantilla, con el único objetivo de mantener a flote la empresa y llevarla a buen puerto. Y no digamos cuando los poderes fácticos creen que un empresario y su empresa son brazo armado de políticos. Qué equivocados están y que daño hacen. La decadencia del sistema está llegando a cotas insoportables para la ciudadanía en general y los empresarios en particular.

Es cierto, el empresario que no reconozca que se ha equivocado no merece que se confíe en él. Pero no todo han sido equivocaciones, también ha habido aciertos cuyo desenlace ha conllevado un balance social con un saldo muy positivo para todos nuestros grupos de interés, y en especial la más beneficiada la sociedad española.

En efecto, España, y con mayor virulencia Andalucía, el run-run se mantiene y nos acompaña cuando vamos a los bancos a refinanciar deuda (es a lo que aspiramos ya que el crédito está cerrado), cuando visitamos a los clientes para que nos contraten o bien nos paguen, a nuestros principales acreedores públicos, entre otros destacar a la Seguridad social y la Agencia Tributaria que no entienden de barcos, y por supuesto cuando tenemos que hacer magia cada mes a la hora de pagar la nómina… Es duro pensar que esa cantinela está en boca de muchos, fruto del descaro y atrevimiento que te da la inconsciencia e incultura empresarial en regiones de poco peso económico.

Michael Walzer decía que en el mundo de la opinión, la verdad es, en el fondo, una opinión más. Sin duda, la mejor forma de contrarrestar que la verdad se diluya en la solución acuosa de las habladurías es ponerla sobre números, para que así nadie la pueda refutar.

En puridad, si echo la vista atrás sobre las cifras que arroja el balance social de Novasoft durante el periodo 2005/2011 (cuentas auditadas), podemos levantar muy alta la cabeza los empresarios que formamos el consejo de administración, y por supuesto los cerca del millar de trabajadores que hoy conforma la plantilla del Grupo Novasoft, pues entre todos lo hemos hecho posible.

Entrando a analizar las partidas más importante, destacar que Novasoft como empresa de base tecnológica ha recibido 11.185.430 euros en inversión pública no retornable encaminada a proyectos de Investigación y desarrollo (Gran parte de estas ayudas han ido destinada a la construcción de los tres edificios que son sedes de Novasoft en parcelas I+D+i en parques tecnológicos y científicos en Andalucía). Y en ese mismo periodo hemos aportado casi el quíntuple, es decir 51.580.895 euros. Principalmente en conceptos de pagos por el Impuesto de Sociedades (1.579.749 euros), pagos a la Seguridad Social por la cotización de sus trabajadores (20.641.768 euros), donaciones a entidades sociales y benéficas (1.672.780 euros), inversiones dinerarias en proyectos de Innovación y Desarrollo Tecnológico (17.686.598 euros) y por último inversiones en la red de escuelas Novaschool por un montante de aproximadamente 10 millones de euros. En definitiva, Novasoft ha multiplicado por cinco el valor de lo recibido, y sin olvidar que hablamos de un sector intensivo en conocimiento y considerado estratégico.

No me canso de repetirlo, un territorio sin empresas innovadoras es un desierto en el que nada crece y nadie prospera.

Cuando pienso en todo lo acontecido, en los pocos huecos que el quehacer diario me deja, no llego a entender ese run-run, y mucho menos a nuestros políticos que no dejan de dar patadas en las espinillas de las empresas, cuando lo que deberían de hacer es pagar lo que contratan y cumplir con sus compromisos frente a las empresas. En fin, como diría Kahneman, están ciegos para lo evidente y ciegos además para su ceguera.

Quizá no todos los empresarios ni todas las empresas merezcan estar metidas en la letra de la misma cantinela.

Francisco Barrionuevo Canto
Consejero Delegado de Novasoft