Aprendizaje motivacional en el alumnado de Secundaria

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El docente de hoy se enfrenta a una realidad insoslayable, por la que sus alumnos-as cada vez más exigen no aburrirse con clases rutinarias y predecibles. Esperan de él-ella que dé un paso más y les ponga retos y proyectos que se acerquen a la realidad,  y de este modo sus alumnos-as vivan experiencias en clase al estilo de los escape room, tan de moda. Los-as chicos-as que van a clase a partir de 3º ESO son muy distintos a los de hace 20 ó 30 años. Sus experiencias y capacidad de autoaprendizaje que les confieren los dispositivos a los que acceden les han permitido que su mente esté más abierta al cambio y a la creatividad, por tanto el nivel de exigencia del alumnado de hoy pilla a muchos profesores con el paso cambiado. Esta nueva realidad el-la profesor-a la confunde a menudo con un erróneo diagnóstico, echando la culpa al alumno-a por su bajo rendimiento, que no es más que una consecuencia del poco interés que pone en la clase.  Craso error pensar de esta forma.

El profesor de hoy debe aplicar en clase el denominado aprendizaje motivacional, que solo se consigue si el alumno o alumna conecta con las propuestas innovadoras que le hace su profesor-a en el aula. Ciertamente el objetivo no debe ser otro que la puesta en práctica del aprendizaje basado en competencias, sobre la base de proyectos o problemas reales, y todo ello mediante acciones o actos educativos cooperativos y colaborativos. La principal ventaja de esta metodología: los-as alumnos-as se dan cuenta de que existen diferentes inteligencias, y de paso se inicia una suerte de convivencia positiva con sus semejantes, entre otras muchas ventajas.

Este tipo de aprendizaje en el aula sería el más recomendable en las etapas de ESO-BACH y máxime en las Ciencias Sociales. Sin duda, es el pasaporte a las prácticas innovadoras de mayor interés en la acción educativa de hoy.  Por tanto, soslayemos rutinas programáticas obsoletas que no responden a los retos y necesidades del alumnado del siglo XXI. Así que la programación de la asignatura debe gravitar en el proyecto para que de este modo asegurarnos que el-la alumno-a aproveche sus motivaciones e intereses, y de paso participar en su propio aprendizaje.

El aprendizaje motivacional llevará consigo aprender asumiendo responsabilidad, pues el aprendizaje está basado en contextos reales. En efecto, trabajar de forma colaborativa en el aula permite a los-as alumno-as aportar sus fortalezas y aprender de las del resto de la clase. Además de superar las desigualdades, empoderando a todos y cada uno-a de los alumno-as, y sorteando en lo posible los típicos acomplejamientos de la adolescencia.

Las actividades que el-la profesor-a encomiende no pueden ser fruto de la improvisación, deben ser proyectos soportados en la innovación educativa que den oportunidad de incluir todos los componentes necesarios. Nos referimos a que el-la alumno-a pueda analizar una realidad dada, sienta la sensación de crear, planificar, y por supuesto hacer el seguimiento y evaluación del proyecto experiencial.

Este tipo de aprendizaje acarrearía trabajo fuera y dentro del aula. Todo ello desde un enfoque interdisciplinar, superando así la fragmentación del conocimiento y estimulando e insistiendo en el trabajo cooperativo como clave de bóveda del aprendizaje motivacional.

En resumen, insistimos en la idea por la que este tipo de aprendizaje pasa ineludiblemente por un aprendizaje colaborativo, permitiendo así a los-as alumno-as ser parte de un todo, miembros de un grupo en el que se apoyan y confían el uno en el otro, para así alcanzar una meta propuesta. Todo ello incentiva la colaboración entre sujetos con el objetivo de conocer, compartir y ampliar la información que cada uno-a tiene sobre un tema, y de paso derrochar una ingente cantidad de energía creativa. Por último, podemos aseverar que el trabajo en grupo a través de unos fines comunes incentiva el despliegue del mundo emocional, activando las inteligencias interpersonal e intrapersonal de todos-as nuestro-as alumno-as.