Artículo en Diario Sur: “ESPAÑA NECESITA A MUCHOS AMANCIO ORTEGA”

FRANCISCO BARRIONUEVO

SOCIO FUNDADOR NOVASCHOOL. PROFESOR DE ECONOMÍA ESO/BACH | WWW.FRANCISCOBARRIONUEVO.EU

Lunes, 4 noviembre 2019

Artículo original en Diario Sur: clic aquí

La metáfora del sistema tributario no es más que una de tantas historias publicadas en diferentes blogs y páginas web. Me he tomado la libertad de darle un toque personal a esta alegoría, la misma que suelo contar en clase a mis alumnos de 1º BACH en la asignatura Cultura Emprendedora y Empresarial. Seguramente el protagonista de esta historia bien podría ser un empresario de éxito, como por ejemplo D. Amancio Ortega, fundador de Inditex (Zara).

La historia comienza con diez amigos que se reúnen el último viernes de cada mes para jugar al dominó, y después de las rondas de partidas se toman algunas bebidas con tapas. El coste de ese ágape es un precio cerrado de 100 euros, fruto de un acuerdo con el dueño del bar. Los amigos han acordado pagar la cuenta del bar de manera equitativa y proporcional, al igual que se pagan los impuestos en un país. El reparto seguiría el siguiente criterio a tenor de la escala de riqueza e ingresos de cada uno de los integrantes del grupo de amigos. Es decir, cuatro de ellos, los que están en paro y su situación familiar es complicada, no pagan nada. El quinto amigo tan solo paga 1 euro, el sexto 3 euros, el séptimo 7 euros, el octavo 12 euros, el noveno 18 euros y el décimo (el empresario de éxito) paga 59 euros.

Todos estaban conforme con el acuerdo, hasta que un día decidieron cambiar de bar debido a la mejor oferta que les hizo otro bar, obteniéndose así un ahorro neto del 20 %. De ese modo la cuenta semanal pasó de 100 euros a 80 euros. Los amigos se pusieron muy contentos y acordaron seguir pagando la cuenta en la misma proporción que lo hacían antes. Es decir, los cuatro primeros siguieron disfrutando del convite de forma gratuita; la rebaja no les afectaba en absoluto. Pero ¿qué pasaba con los otros seis amigos, los que realmente abonaban la cuenta? ¿Cómo debían repartir los 20 euros de rebaja de manera que cada uno redujese su aportación de manera justa?

En ese caso calcularon que los 20 euros se dividiría entre los 6 amigos que son contribuyentes netos de capital, y esto supondría un descuento equitativo de 3,33 euros. El problema surge cuando se resta dicha cantidad a algunos de los amigos contribuyentes, dándose una situación un tanto absurda por el que el quinto y el sexto hombre pasarían de pagar a cobrar por disfrutar de una buena comida y bebida, ya que el quinto amigo pagaba antes del descuento un 1 euro y el sexto 3 euros.

Entonces el dueño del nuevo bar al escuchar la conversación se tomó la licencia de proponer un reparto equitativo de los 20 euros sobrantes del presupuesto, y para ello sugirió una fórmula por la que en función de la riqueza de cada uno, proponiendo lo siguiente: el quinto amigo, lo mismo que los cuatro primeros, no pagaría nada (100% de ahorro). El sexto pagaría ahora 2 euros en lugar de 3 (ahorro 33% ). El séptimo pagaría 5 euros en lugar de 7 (ahorro 28 % ). El octavo pagaría 9 euros en lugar de 12 (ahorro 25% ). El noveno pagaría 14 euros en lugar de 18 (ahorro 22%). El décimo pagaría 49 euros en lugar de 59: (ahorro del 16%).

Una vez fuera del bar, empezaron a comparar lo que cada uno se ahorraría en el nuevo escenario que se planteaba. La discusión comenzó cuando el sexto hombre dijo que él solo recibía un 1 euro de los 20 ahorrados, y llegó a afirmar que se sentía agraviado por el décimo amigo que recibió 10 euros de ahorro. «Es verdad», exclamó el séptimo hombre. «¿Por qué recibe él 10 euros de rebaja cuando yo recibo sólo 2 euros?». Hubo un murmullo por el que se pudo escuchar ¡los ricos siempre explotando a los pobres!. En ese momento los cuatro amigos que no pagaban nada por estar en paro dijeron que no habían recibido nada del ahorro, y a renglón seguido llegaron a decir que el sistema explota a los desfavorecidos.

Sin mediar palabras los nueve hombres se confabularon para decirle al amigo «empresario de éxito» que no querían volver a verlo.

A la siguiente reunión ya no fue el décimo amigo. El problema surgió cuando los nueve amigos se llevaron una amarga sorpresa a la hora de pagar, ya que descubrieron que entre todos ellos, pagando lo mismo que el mes anterior, no juntaban el dinero ni siquiera para pagar la mitad de la cuenta.

Imaginen por un momento que el empresario de éxito es Amancio Ortega. En ese sentido, una sociedad con miles de Amancio Ortega será una sociedad próspera, debido a que estas empresas actuarán como agentes económicos creadores de valor en una economía de mercado. Ciertamente los impuestos que pagan al erario público será la mayor contribución que pueden hacer estos empresarios, y por ello los poderes públicos y la sociedad en general deberían respetar y dar el sitio de honor que se merecen estos prohombres que asumen la responsabilidad de emprender y de gestionar sus empresas cada día.

Sería bueno recordar que la Constitución Española recoge en el artículo 38 lo siguiente: «Se reconoce la libertad de empresa en el marco de la economía de mercado. Los poderes públicos garantizan y protegen su ejercicio y la defensa de la productividad, de acuerdo con las exigencias de la economía general y, en su caso, de la planificación». Si damos una interpretación teleológica del artículo, todo español mayor de edad puede optar a crear su propia empresa, y de paso diseñar la organización interna de la misma, asumir la facultad controladora y sancionadora, etc. Por esa regla de tres, cualquiera podría ser Amancio Ortega, sin perder de vista que para ser Amancio Ortega hay que trabajar muy duro. Thomas Edison decía que la genialidad se compone de un 1 % de inspiración y un 99 % de trabajo duro. Hay que reconocer que todo ello y más es aplicable a D. Amancio Ortega. Sin embargo, tenemos que soportar la inhabilidad de algún político que dedica su esfuerzo en poner en tela de juicio la probidad de este gran empresario.