Artículo en Diario de Sevilla: “Invercaria y el capital riesgo público”

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Se ha hablado mucho de Invercaria por parte de las acusaciones, al frente el PP y la Fiscalía. Que si Invercaria fue un cachondeo que daba dinero sin ton ni son, algo parecido a los reyes magos repartiendo caramelos… Sin embargo, en esta causa general de Invercaria no ha habido, para desgracia de las acusaciones, ni puticlub, ni cocaína y por supuesto no tiene ninguno de los condicionantes de la Gürtel. Es un hecho demostrado que el dinero fue destinado a financiar empresas, de las que muchas triunfaron y otras fracasaron. Es por esa razón que se llama Capital Riesgo. Muy fácil de entender ¿no creen? Es de chiste pensar que justo en Andalucía se quiera criminalizar el capital riesgo público, dándose la paradoja de que es la región en la que las empresas están más infrafinanciadas, y hay más necesidad de tener alternativas de financiación para las Pymes. Como andaluz me apena ver que nadie nos gana en estulticia.

Invercaria es una de las empresas de capital riesgo público que en comparación con otras de su misma naturaleza pública ha llegado a tener un éxito comparado. En el año 2011 su ratio de fallido alcanzó el 20% (según la comunicación de la Consejería de Economía a la Dirección General de Presupuesto). Hoy el fallido se contabiliza en el 50%, las razones, entre otras, la crisis y la judicialización del caso.

Según el Catedrático de Economía Financiera de la Universidad Complutense de Madrid, Sr. Martí Pellón, considerado una de las voces más autorizadas en el capital riesgo, llegó a afirmar que un porcentaje de fallido del 50% es una cifra que está en la media de las empresas de capital riesgo público en España, pues ya se sabe que hay otras muchas Invercarias en otras Comunidades y no es ningún invento andaluz.

Al comienzo de las pesquisas de Invercaria, tanto la Policía, Fiscalía, PP y el propio Instructor estaban convencidos de que aquí (en Invercaria) había tomate. Todo empezó en FIVA. Que si era un portal fantasma, que no tenía página web, etc. Sin embargo, hay que ser miope para que toda la investigación se soporte en una simple búsqueda en Google poniendo la palabra FIVA, y Google respondió en 2012: “no existe esta página”.

En ese caso algún investigador pensó que si no aparece en Google la página web de FIVA es que no existe la empresa, ergo no se hizo la feria virtual FIVA. Sé que muchos lectores y gente de a pie puede pensar lo mismo, pero aquí hablamos de investigadores y de interventores que, si no saben de algo, deberían pedir auxilio a los expertos. En este caso de FIVA fueron los mismos imputados los que tuvieron que pedir auxilio al Juez Instructor para que enviase a la policía científica a su casa (los imputados pidiendo a la Policía que vengan a su domicilio a investigar, algo inaudito).

No obstante, hubo de esperar dos años para que el Juez mandase a la policía a las instalaciones de la empresa investigada. Por cierto, la empresa se molestó en aportar previamente un informe pericial de un experto independiente que afirmaba que entre 2007 y 2009 se habían destinado alrededor de 30.000 horas de ingenieros, analistas y programadores para el desarrollo de la feria virtual 3D de FIVA. En fin, ya sabemos eso de que la carga de la prueba es del que acusa, y que el acusado no debería tener que demostrar su inocencia, pues si se da esta situación se pondría en evidencia la prueba diabólica, algo que está sucediendo continuamente en la causa Invercaria. Por tanto, no podemos estar en manos de imprudentes, que por muy policías o interventores de la Cámara de Cuentas que sean, puedan basar su investigación en algo tan nimio y equivocado como poner en duda si existe un desarrollo tecnológico tan solo interrogando a Google. Google no te da certeza de si algo existe o no.

No les quedó otra a las acusaciones de aceptar lo evidente, es decir que la feria virtual se llevó a cabo con un despliegue de medios increíble. Es justo ahí cuando las acusaciones, al frente la Fiscalía y PP (Manos Limpias dio la “espantá” en su condición de Acusación Popular), lejos de aceptar la realidad, comenzaron a buscar donde no había, aferrándose a la palabra mágica que últimamente da patente de corso a las acusaciones: indicios. No obstante, en la causa general de Invercaria en vez de ser indicios son más bien simples conjeturas, atrevidas sospechas o meras suposiciones.

En efecto, los juzgados de instrucción no están preparados en su mayoría para analizar en profundidad investigaciones de supuestos delitos de corrupción pública; esto nos lleva a pensar que si te ves metido en un asunto como éste, al final darás con tus huesos en un Plenario presidido por tres Magistrados y un despliegue de medios públicos fuera de toda lógica. Llegados a este punto, ya nadie le quitará la etiqueta de corruptos a esos injustamente acusados, por mucho que después de años de calvario judicial obtengan una sentencia exculpatoria.

Si esta situación se da, habría que buscar quiénes son los responsables de la misma. El primero suele ser un fiscal inquisidor que no aplica con rigor el principio de Legalidad básico en Derecho Penal. Segundo, un partido político que usa la Institución de la Acusación Popular con motivaciones espurias. Tercero un Juez Instructor que no aplica el principio in dubio pro reo que debe imperar, manteniendo así una actitud un tanto nomofiláctica.

La política lo invade todoy la Justicia debe estar menos contaminada por intereses políticos y titulares tendenciosos de medios de comunicación.

Francisco Barrionuevo es empresario y orofesor de Economía ESO-BACH y abogado, y está investigado en las piezas FIVA y Servivation de la macrocausa de Invercaria